martes, enero 19, 2010

Una propuesta alternativa al Fondo del Bicentenario, anexo metodológico.

Por Ramiro Castiñeira

El trabajo del Dr. Mario Brodersohn "Una Propuesta alternativa al Fondo del Bicentenario" bien puede ser entendido como una salida a la crisis que desató la creación del “Fondo del Bicentenario”, dado que otorga un camino alternativo para que el Tesoro se asegure el financiamiento para el pago de la deuda en 2010, sin la necesidad de decretos, ni incrementar la posibilidad de embargos, además de respetar la carta orgánica del BCRA.

Ante la ausencia de superávit fiscal como de financiamiento externo, con pragmatismo propone que el BCRA compré los dólares como habitualmente lo hace en sus intervenciones cambiarias, pero que al absorber el excedente de pesos que vuelca al mercado, en vez de emitir Lebacs, emita Letras de Tesorería (LETES) a cuenta del Tesoro Nacional. Vale advertir que estas Letras son un pasivo del Tesoro y un activo del sector privado, sin afectar (en ningún momento) el balance del BCRA, que solo actuaría como intermediario.

Los pesos que absorbe el BCRA mediante la colocación de LETES, los deposita en una cuenta del Tesoro dentro del BCRA, que se utilizará sólo para el pago de la deuda pública que vence en 2010. De esta manera se otorga la señal al mercado que los fondos son exclusivamente para el pago de la deuda pública y no para el financiamiento del gasto primario. Además, esta metodología evita que el BCRA pierda una herramienta de esterilización monetaria como son las Lebacs.

Realizado el depósito, ante la necesidad de afrontar un pago de deuda, el Tesoro otorga la orden de pago al BCRA, que transferirá los fondos a los tenedores de bonos. Esta forma de pago se utiliza habitualmente. Desde el 2002 al 2008 el Gobierno depositaba en la cuenta del BCRA parte de su superávit fiscal. Ahora, ante su ausencia, depositaría lo que obtiene de las Letes que coloca (vía BCRA) al sector privado.

Vale advertir que esta propuesta no necesariamente implica que el sistema financiero baje su actual posición de Lebac para tener que comprar Letes, dado que actúa sobre el margen. En efecto, bajo el escenario de 3% de crecimiento económico para 2010 que en consenso el sector privado espera para este año, implica que la salida de capitales será moderada, lo que permitirá al BCRA comprar dólares provenientes del superávit comercial, tal como aconteció los últimos meses (a un promedio mensual de u$s1.300 millones el último trimestre).

Parte de esta consecuente monetización del superávit comercial, el BCRA lo absorbería ahora mediante LETES, sin por ello tener que alterar el actual stock de Lebacs. El BCRA ahora impondría cupos a la emisión a las lebacs (de igual monto a los vencimientos semanales) de manera de tener inalterado su stock, y al mismo tiempo ofrecerá las LETES sin cupo alguno para actuar sólo sobre el nuevo excedente de pesos en el mercado.

En suma, la propuesta implica que en vez de que sea el BCRA el que financia al Estado, sea el sector privado, tal como está contemplado en la Ley de Presupuesto. En las últimas licitaciones del BCRA colocó Lebacs al 14% anual. El bono del Tesoro más corto en pesos (Pro 11) que vence a fin de año, tiene una TIR casi idéntica a las Lebacs. Es decir, la propuesta no representaría un incremento de tasas en la economía.



Demás está decir que ésta es una propuesta que surge ante la necesidad de una rápida solución a la crisis que desató la creación del Fondo del Bicentenario, que permita otorgar seguridad en el pago de la deuda en el corto plazo y avanzar con el canje de deuda, sin avasallar los procesos institucionales. El Fondo del Bicentenario no es malo por el hecho de que el BCRA financie al Estado mientras avance el canje, sino porque la redacción del decreto abre las puertas para que ello sea sistemático, licuando explícitamente la supuesta autonomía del BCRA.

Por último, la propuesta no es una solución de largo plazo. Para ello es necesario no sólo un sendero de recuperación del superávit primario a nivel equivalente al pago de intereses de la deuda pública (menor al 2% del PBI), sino también una pronta resolución de toda la deuda en default que permita el refinanciamiento de los vencimientos de capital a tasas que no ahogue financieramente al Estado. A tasas que no conviertan a la deuda pública en una pesada carga para el crecimiento económico como lo supo ser en el pasado.

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