viernes, septiembre 28, 2007

La crisis energética deteriora a velocidad creciente los superávits gemelos

Informe Especial Nº 378 (versión PDF)


Los datos reflejan que las restricciones energéticas a mitad de año casi no afectaron en el nivel de actividad económica. En efecto, la última publicación del EMAE confirmó que la economía creció a un ritmo del 8,7% interanual en el segundo trimestre del 2007, y al 8,6% en julio. Estos datos nos permiten elevar nuevamente al alza la tasa de crecimiento a 8,2% para este año y a 6,6% para el 2008 (de los cuales tres puntos son por arrastre estadístico).
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Pero si bien las limitaciones energéticas no acusaron impacto sobre el nivel de actividad, vale advertir que sí afectó notablemente a los superávits gemelos (fiscal y comercial).

En efecto, el Gobierno antepuso al superávit fiscal y comercial lo que permitió absorber el impacto de las severas restricciones energéticas sobre el nivel de actividad. Para ello no sólo limitó las exportaciones de gas a Chile, sino también, asumió el costo de importar combustibles líquidos desde Venezuela, para luego distribuirlo a precio subsidiado dentro del mercado local.

De hecho, con el objetivo de descomprimir la demanda de gas en pleno invierno, el Gobierno lanzó el "Programa Energía Total" que en su esencia implicó "incentivar" a un conjunto de empresas intensivas en el uso del gas, a sustituirlo por combustibles líquidos, quedando a cargo del Gobierno el diferencial de costos de producción.
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  • Crisis Energética y Balanza Comercial

La falta de inversiones de envergadura que permitiera expandir la oferta de energía local fue agotando el "colchón" energético, a punto tal que el saldo comercial de energía fue deficitario por primera en los últimos años.

En números, mientras que en el bimestre julio agosto 2006 se obtuvo un superávit en el saldo comercial energético de u$s890 millones, este año fue deficitario en poco más de u$s120 millones. Las cifras marcan la nueva realidad de la economía Argentina.

En este punto, no habría que centrar la atención simplemente en que Argentina tuvo (o mejor dicho, volvió a tener) déficit comercial energético. Argentina nunca fue un país con un claro potencial exportador neto de energía, más allá de su intento en la década de los noventa. Pero sí centrar el análisis en que Argentina hoy día no invierte en energía (ni en generación ni en infraestructura para su transporte), por lo menos no desde el sector privado, y con importantes limitaciones desde el sector público y a la espera de resultados concretos.
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De hecho, en 2006 las exportaciones de energía alcanzaron los u$s7.800 millones, de los cuales la principal exportación son naftas de baja calidad que se generan principalmente en la producción de gas oil para su uso en la agroindustria (u$s3.400 millones), y que no se vuelca al mercado local simplemente porque demanda naftas de mayor calidad. Le siguen las exportaciones de petróleo crudo (u$s2.400 millones) que en gran medida hoy "salvan" los balances de las petroleras, y gas principalmente a Chile (u$s1.500 millones).
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Es decir, si bien nada indica que Argentina debería perfilarse como un claro exportador neto de recursos no renovables y de los cuales necesita para crecer, sí existe evidencia que puede aspirar a la autosuficiencia en materia energética. Condición que está perdiendo a paso acelerado, parte por el agotamiento de los recursos, pero también por notable falta de inversión, sea en gas, combustibles líquidos o generación eléctrica a escala nacional. Toda la matriz energética está operando al límite y sin un horizonte claro.
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El Dr. Alieto A. Guadagni (economista invitado a Econométrica S.A), sintetiza el cuadro de situación como: "Estamos transitando aceleradamente de una etapa de nuestra actividad económica caracterizada por energía abundante, barata y exportada a otra etapa signada por la escasez, el alto costo y las importaciones".

  • Crisis Energética y Deterioro Fiscal
Por su parte, el Gobierno con las elecciones en mente, por no querer pagar un potencial costo político al acomodar el cuadro tarifario de todos los recursos energéticos a la nueva realidad de una economía recuperada de su peor crisis económica y que ya no dispone de margen de error en política energética (porque se decidió agotarlo), igualmente termina generando un creciente costo fiscal que se cristaliza en los subsidios y llevando a cuestas todas la inversiones por (intentar) aumentar la oferta energética sin dejar operar a los mecanismos de mercado.
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En efecto, el Gobierno Nacional cada vez tiene más comprometido su balance fiscal por mantener a la Argentina "ajena" a la realidad energética internacional. Los precios de los recursos energéticos no paran de subir (el barril ya supera los u$s80 dólares), y en Argentina el consumidor local compra energía más barata que en los noventa, medido en dólares.
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Es sabido que el gasto público del Gobierno está creciendo los últimos meses a tasas que oscilan el 50%. Si bien el mayor empuje lo genera la incorporación de 1,3 millones de nuevos jubilados, vale advertir que el gasto público primario excluyendo los gastos en seguridad Social creció a una tasa de 38% interanual en los 8 primeros meses del año (equivalente a 15.000 millones), magnitud que está a 10 puntos porcentuales arriba del incremento de los ingresos tributarios, también excluyendo la seguridad Social.
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De estos $15.000 millones de nuevos gastos, $6.200 millones son incrementos en los subsidios mencionados y $3.000 millones al incremento en las inversiones y compra de fuel oil a Venezuela.
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Vale advertir que la nueva realidad de meses de déficit energético que transita el país, si bien afecta en forma directa al saldo de la cuenta corriente del balance de pagos al tener que importar un mayor nivel de energía, no afecta en igual condición al superávit fiscal. En efecto, hoy día el déficit energético deteriora las cuentas públicas por las menores retenciones, pero también porque el Estado insume el costo de importar y distribuir energía a precio subsidiado. El día que el Estado transfiera ese costo al sector privado, las cuentas fiscales podrían mejorar en igual proporción. Dicho de otra manera, los subsidios son un superávit fiscal encubierto.
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En suma, hasta ahora el Gobierno con un creciente festival de subsidios logró no sólo "eludir" la natural desaceleración de una economía ya recuperada de su peor crisis económica, sino también sostener las distorsiones en las tarifas en los mercados regulados, para evitar que la mayor inflación impacte sobre el nivel de consumo de la economía.
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No obstante, la dinámica de "compensar" con subsidios la inflación para que no afecte al bolsillo del consumidor, tiene como límite el bolsillo del Gobierno ó el saturado cuadro energético, el que se agote primero.

Por ello, mientras más tarde el Gobierno en encarar un programa que permita sustituir una política de subsidios generalizados por una más focalizada y que limite los beneficios a los sectores carenciados, más aumentan las chances de que la economía termine en un nuevo proceso de ajuste que sincere las distorsiones que se fueron acumulando en la estructura de precios relativos y en la falta de incentivos para que el sector privado invierta en las áreas privatizadas.

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