lunes, diciembre 18, 2006

Inversión 2006: 22,2% del PBI. ¿Alcanza?

La semana pasada el Indec difundió las estimaciones preliminares de las Cuentas Nacionales del tercer trimestre de este año. En línea con nuestras proyecciones el PBI mostró un incremento del 8,7% en su comparación interanual y del 2,6% respecto al trimestre inmediato anterior. Los guarismos reflejan la aceleración que está mostrando la economía en el segundo semestre y lo que nos llevó a estimar que el cuarto trimestre la economía retome el sendero de un crecimiento interanual del 9%, cerrando el 2006 con un incremento del 8,7%, estimación que mantenemos pese a la caída en la construcción los últimos meses.
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A su vez, dentro de los números que publicó el Indec, sobresale el repunte de la inversión con un incremento del 20,3% interanual, esta vez liderado por el incremento en inversión en equipo durable y en menor medida por la inversión en construcción. En efecto, la inversión en bienes de capital pasó 11,6% en el segundo trimestre a un ritmo del 22,4% en el tercero, mientras que la construcción disminuyó levemente su ritmo de crecimiento pasando de 23,2 a 19,1% en el mismo periodo, tal como advertían los últimos datos del sector.
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Como porcentaje del PBI este año la inversión estaría superando el máximo de 1998 (21,1%) y cerraría levemente por encima del 22%. Tras la crisis del 2002 la inversión se encontró motorizada por el significativo repunte del sector de la construcción y en menor medida por la inversión neta en equipo durable, aunque ello igualmente no invalida destacar que este último también mostró un sorprendente repunte y más aún luego de los últimos datos difundidos.
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De hecho, mientras que los niveles de inversión en construcción superan ampliamente los niveles de 1998 (13,7% del PBI en 2006 versus un 12,2% en 1998), la inversión en equipo durable, si bien se recupera a buen ritmo, todavía se encuentra por debajo de los niveles de 1998 (8,5% versus 8,8%, respectivamente).
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Si bien la necesidad de continuar incrementando los niveles de inversión, y con especial énfasis en energía, es una observación ampliamente aceptada dentro del mercado e incluso compartida por el propio Gobierno, no es un dato menor que la industria actualmente tenga un caudal de inversiones netas que permita expandir la capacidad de producción a una tasa superior al 7% anual.
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En efecto, mientras que en el 2003 el 100% del incremento de la producción industrial estaba apoyado en la utilización de la capacidad instalada, en el 2004 esa proporción bajó al 70%, en el 2005 representaba el 25%, y actualmente, considerando los datos de los primeros 10 meses del 2006, se observa que prácticamente la utilización de recursos ociosos no tiene incidencia en el incremento de la producción industrial que se encuentra apoyada en abrumadora mayoría en las nuevas inversiones.
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Pese a ello, el ritmo de crecimiento de la demanda global supera ampliamente dicho guarismo (en torno al 9,8%), y esta presión que ejerce la demanda sobre la producción se termina "escapando" por un mix de incrementos de precios como de nivel de importaciones, que dependiendo de cuál sea el tipo de cambio real de la economía, el ajuste prevalecerá en mayor magnitud vía precios, si el tipo de cambio está subvaluado (tal como en la actualidad), o vía importaciones si está sobrevaluado (tal como en la convertibilidad).
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En post al objetivo de continuar aumentando los niveles de inversión de la economía, vale advertir que los acuerdos y regulaciones de precios afectaron sensiblemente los niveles de inversión en algunos de los mercados afectados, sobresaliendo entre ellos los vinculados a los servicios públicos (Agua, electricidad y Gas) y el transporte público urbano, donde en general los subsidios públicos son en su mayoría destinados a cubrir sólo costos operativos y los que transpasa con el objetivo de financiar inversión son claramente insuficientes.
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Por ello, pasado lo peor de la crisis, se advierte cierto margen para comenzar a corregir algunas distorsiones de precios que son evidentes en la economía, o por lo menos no aumentarlas, no sólo porque afectan a la oferta interna a punto tal que es difícil encontrar inversiones de envergadura en algunos mercados, estratégicos por cierto, sino porque paradójicamente atenta contra el propio modelo post convertibilidad al no promover un mayor ahorro tanto público (para sostener el tipo de cambio) como privado (para incrementar las inversiones). Por supuesto, es sabido que desarticularlas (total o parcialmente) podría implicar un menor crecimiento en el corto plazo advirtiendo la dificultad de la economía argentina en trasformar el ahorro en nuevas inversiones, la pregunta entonces sería si el Gobierno está dispuesto a asumir ese costo/desafío justamente en un año electoral.

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