miércoles, marzo 28, 2007

SUPERAVIT FISCAL: ESTABAMOS MUY BIEN Y VAMOS MAL

El Cuadro N 1 presenta la evolución del superávit consolidado de la Nación y las Provincias. El superávit que cuenta, luego de salir del "default" de la deuda pública, es el financiero. Es decir, el que surge luego de pagar los intereses de la deuda pública. Obviamente, no se incluyen los intereses sobre la deuda que no entró en el canje (unos 20.000 millones de dólares).
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Las cifras del superávit financiero consolidado, medido en relación al PBI, muestran una persistente caída desde el 3.7% en el 2004 al 1.1% proyectado para el 2007. Esta caída se manifiesta tanto en el Gobierno Nacional como en las Provincias.

No existen datos para las provincias sobre recursos y gastos para el 2006/07. Por ello, el Cuadro No 2 solo presenta la evolución de los ingresos totales y de los gastos del Gobierno Nacional para el periodo 2003/07. No se incluyen, siguiendo la nueva metodología de la Secretaria de Hacienda, en los ingresos y gastos nacionales los recursos y las transferencias de coparticipación.

El Cuadro No 3 presenta las variaciones anuales de ingresos y gastos primarios del Gobierno Nacional. En todos los años tanto los recursos como los gastos aumentan más rápidamente que el PBI a precios corrientes, lo cual explica que ambos hayan aumentado su participación en el PBI, tal como lo señala el mismo Cuadro No 3.
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En el 2004 los ingresos totales aumentaron un 33.5% mientras los gastos primarios un 22.1%. Esta tendencia comienza a revertirse a partir del 2005 y en el 2007 proyectamos que esta brecha entre gastos y recursos es superior a la de los años anteriores. En efecto, para el 2007 proyectamos un aumento de los ingresos del 24.5% (frente a un aumento proyectado del PBI a precios corrientes del 21,5%) y del 30,2% para los gastos primarios. Este comportamiento explica que el superávit primario del gobierno nacional se haya reducido del 3.9% del PBI en el 2004 al 2.9% en el 2007.

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viernes, marzo 23, 2007

La Recaudación del IVA es un Buen Indicador de la Verdadera Inflación

Por Carlos E. Bonvecchi.
Economista Invitado
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"Ningún pueblo cree en su gobierno.
A lo sumo, los pueblos están resignados."
Octavio Paz

Aunque las nuevas autoridades del INDEC no han informado sobre la naturaleza y las características de las modificaciones que se introdujeron a partir de enero del corriente año en la metodología de cálculo del índice de precios al consumidor, tampoco se han ocupado en desmentir cada uno de los cambios que, según los medios especializados, fueron aplicados. Modificaciones que están reñidas con los protocolos y los procedimientos de recolección y cálculo de los precios que habitualmente son aplicados en casi todos los países del mundo.

Las razones que habrían llevado a las autoridades a proceder de semejante manera han dado origen a variadas especulaciones por parte de los analistas, abriendo un abanico de explicaciones que arranca por la más obvia (desactivar expectativas negativas sobre el comportamiento futuro de los precios, que podrían dañar la imagen del gobierno en un año electoral); pasando por la necesidad de moderar los reclamos por recomposiciones salariales que podrían agudizar la actual puja distributiva; para finalizar con la necesidad de acotar el crecimiento de la carga de intereses y amortizaciones de la deuda pública indexada.

Sin embargo, y ateniéndose solamente a estas tres posibles explicaciones, el proceder de las autoridades difícilmente logre alcanzar, de manera cabal, sus objetivos. En primer lugar, es cada vez más evidente para el conjunto de la sociedad que no existe ninguna correlación válida entre la variación oficial informada de los precios, y la "sensación térmica" que tienen los consumidores. En efecto, una reciente encuesta realizada por el Centro de Investigación en Finanzas de la Universidad Torcuato Di Tella entre el 28 de febrero y el 8 de marzo (esto es, poco después de los oscuros acontecimientos que envolvieron al INDEC) muestra que el ritmo de inflación percibido por la gente es entre un 50% y 60% mayor al calculado por el "intervenido" INDEC; es decir, 15% a 16% anual frente al 10% estimado de manera oficial.

En segundo lugar, porque la demanda de recomposición salarial no se limita a recuperar la inflación pasada o a incorporar la proyectada oficialmente sino que, además, incluye un ingrediente asociado al objetivo de mantener invariable la ponderación de los salarios en el PBI. De ahí, entonces, que los sindicalistas adicionen a sus peticiones vinculadas con la inflación el ritmo esperado de aumento del producto. En ese marco, si a ello se le suma, también, el incremento esperado en el empleo asalariado, entonces se alcanzará el objetivo de aumentar la participación de los asalariados en el ingreso. Es por estas razones que las demandas salariales de los principales sindicatos no son menores al 20% (lo cual implica una tasa de inflación superior a la proyectada por el gobierno); que incluyen además el beneficio, para los salarios más altos, de la reducción del mínimo no imponible del impuesto a las ganancias para las personas físicas y, finalmente, que se incorporan en casi todas las negociaciones salariales cláusulas gatillo (no porque se esté esperando una disparada de los precios, aspecto al que la citada encuesta le asigna una baja probabilidad), sino por la desconfianza que generan las nuevas mediciones oficiales).

Finalmente, estas maniobras tampoco engañan a los tenedores de los bonos indexados, cuyos precios fueron rápidamente castigados por los mercados cuando se conoció la burda manipulación de los índices. No obstante, los títulos mantendrán su atractivo, porque a pesar de que la corrección por precios no sea la "verdadera", sigue siendo una de las más altas del mundo emergente. A ello cabe agregar un marco de estabilidad o reducida variabilidad esperada en el tipo de cambio nominal, y la posibilidad de tomar crédito en el exterior a tasas muy reducidas. En esas condiciones, es posible obtener importantes ganancias financieras. No obstante, ya existen presentaciones legales por parte de inversores en títulos indexados reclamando protección por lo que presumen puede constituirse en una posible estafa.

¿Es tan importante la diferencia entre la tasa de inflación oficial y la "verdadera"? La pregunta es pertinente, porque si se tratara de una discrepancia poco significativa, no sólo sería absurdo ocupar el tiempo en especular acerca de cuáles serían las razones que llevaron al gobierno a este proceder sino que, además, se hace difícil pensar que las autoridades se hubieran embarcado en una maniobra que, sin duda, tiene costos en términos políticos y daña la imagen de credibilidad sobre el accionar gubernamental. Surge, entonces, el interrogante más temido: ¿cuál es la verdadera tasa de inflación?

Tratar de estimarla a partir de un agrupamiento diferente de los precios incluidos en el IPC, o excluyendo rubros cuya estacionalidad o volatilidad suele ser importante, o ítems que el gobierno determina de manera directa o indirecta y, por tanto, limitarse a considerar sólo los bienes y servicios restantes (la llamada inflación núcleo), no conduciría a variaciones demasiado diferentes a las conocidas oficialmente, ya que la pérdida de credibilidad sobre los valores imputados para estimar el nivel del índice se ha generalizado a la mayoría de los bienes y servicios más significativos.

Se ha sugerido, entonces, considerar como un reflejo más certero de la tasa de inflación a la que surge del cálculo de los precios implícitos en el PBI. En tal sentido, se observa que a partir del primer trimestre del 2006, la variación trimestral interanual del IPI ha arrojado valores superiores, en el orden de los 2.3 a 2.8 puntos porcentuales, a los estimados a partir del IPC; por ejemplo, en el último trimestre de 2006 el IPI arrojó una variación interanual del 12.8% frente al 10.1% registrado en el IPC. Sin embargo, esta medición presenta, como mínimo, tres inconvenientes.

El primero, que la canasta de bienes y servicios considerada en el IPI es mucho más amplia que la utilizada para la confección del IPC restándole, en consecuencia, validez comparativa. Tal es así que, desde el año 2003, pueden observarse trimestres en los cuales la variación interanual del IPI fue inferior a la registrada en el IPC. El segundo, que la fórmula de cálculo de los índices es diferente: el IPI es un índice Paasche (ponderaciones móviles), y el IPC es un índice Laspeyres (ponderaciones fijas). El tercero, que las estimaciones de precios implícitos son de carácter trimestral lo que reduce, por lo tanto, su utilidad como indicador para seguir, en el corto plazo, la evolución de los precios. Por lo demás, si se considera sólo al IPI correspondiente al consumo privado, se observa que durante el año anterior, la variación interanual trimestral fue, excepto el primer trimestre, inferior a la del IPC.

También se ha sugerido hacer uso de las variaciones registradas en la recaudación del IVA y en el Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE). La idea que subyace es la siguiente: la información sobre la recaudación del IVA incluye como mínimo, en forma mensual, los cambios en dos de los factores que explican más significativamente sus variaciones(1): las cantidades transadas y los precios pagados por las mismas. Por lo tanto, si a la variación experimentada en la recaudación del IVA, se le deduce la variación registrada en el EMAE, la tasa de variación remanente correspondería, gruesamente, a la de los precios y algo más. Dado que en los últimos años no se han producido cambios significativos en la legislación tributaria sobre el IVA, como tampoco en las normas de liquidación e ingreso del impuesto(2), la variación remanente incorpora, centralmente, los cambios en los precios y en las cantidades y en el grado de cumplimiento de la obligación tributaria.

Al respecto, cabe destacar que en una fase expansiva del ciclo económico como la actual, los niveles de morosidad tienden a disminuir y, por lo tanto, la recaudación a incrementarse. En cambio, la reducción en los niveles de evasión registrados, derivada de las indudables mejoras alcanzadas durante los últimos años en la administración tributaria, no se mantiene o aumenta, de manera necesaria, con la continuidad de la fase ascendente del ciclo. En tal sentido, los especialistas tributarios coinciden en que dos puntos porcentuales por año de aumento de la recaudación del IVA pueden ser adjudicados a estos factores.

En principio, esta idea presenta la ventaja que se trata de dos indicadores que se elaboran con frecuencia mensual, y que al estar el IVA generalizado a casi la totalidad de los bienes y servicios de la economía, implícitamente representa una canasta de consumo más parecida a la del IPC. Presenta, en cambio, el inconveniente que los bienes y servicios utilizados para la estimación del EMAE constituyen un conjunto más reducido que el incluido en la canasta del IPC. Pero en ausencia de una mejor y rápida alternativa de cálculo, y sin ignorar las limitaciones que los hechos señalados implican, se ha intentado una estimación de la inflación "verdadera" a partir de estos elementos.

La recaudación del IVA tiene dos componentes: el IVA-DGI y el IVA-ADUANA. El primero corresponde a lo ingresado en concepto de la actividad económica interna, mientras que el segundo a lo abonado por las importaciones, ya sean estas de bienes de capital, intermedios, de consumo durable o de consumo no durable. Dado que no se cuenta, en esta ocasión, con la información de recaudación correspondiente a estas dos últimas categorías de bienes se ha optado por considerar, a los fines de la estimación de la "verdadera" tasa de inflación, sólo a la recaudación del IVA-DGI (3) .

A su vez, la recaudación neta del IVA se ve afectada, entre otros conceptos, por el valor de las devoluciones y por los reintegros a las exportaciones. En el caso de las primeras, cabe tener en cuenta, por ejemplo, la devolución parcial por las compras realizadas con tarjeta de débito y de crédito, los saldos a favor de los contribuyentes en virtud de regímenes especiales de promoción o exención, o errores en las liquidaciones, por citar a las más frecuentes. Dado que esas devoluciones se corresponden con hechos imponibles generados internamente, se entiende que a los fines de esta estimación de la "verdadera" tasa de inflación, la recaudación a ser considerada es la bruta.

En el caso de las ventas al exterior, el régimen del impuesto al valor agregado las exime, permitiendo el recupero del valor del tributo abonado en la compra de bienes y servicios destinados a esas mismas exportaciones. En consecuencia, cuanto mayor sea el peso de las ventas al exterior en las ventas totales, mayor debería ser el valor de los reintegros. Dado que no se cuenta, para esta ocasión, con la información adecuada sobre reintegros, se ha optado por excluirlas del cálculo de la "verdadera" tasa de inflación(4).

Uno de los cálculos realizados compara el promedio de los dos primeros meses de los últimos tres años. Se observa, en este caso, que la tasa de inflación del IPC fue, en el 2006, muy similar a la implícita a través de la recaudación del IVA y el EMAE (11.8% versus 10.8%). Sin embargo, mientras el IPC muestra en el primer bimestre de este año una reducción en la tasa de inflación (9.6%), la estimación de la tasa "verdadera" exhibe no sólo un valor superior al año anterior sino, además, sustantivamente más alto que el del IPC (24.7%).

Sin embargo, considerar sólo un bimestre puede introducir importantes distorsiones. Para evitar ese inconveniente, se hizo la estimación para los doce meses comprendidos entre los meses de marzo de un año a febrero del siguiente. En este caso, el IPC mantiene un valor similar para los dos últimos años (10.3% y 10.5%), mientras que la tasa de inflación implícita pasa de un 8% anual a un 20.1% por año. Esto es, duplica la registrada a partir del IPC.

Por último se calculó el promedio móvil de 12 meses comenzando con el año 2002. En este caso se observa, por un lado, que desde mediados de 2005 mientras la tasa de inflación registrada por el IPC muestra una tendencia decreciente, la implícita calculada a través del IVA y el EMAE exhibe el comportamiento opuesto. Por el otro lado, para los doce meses comprendidos entre marzo de 2006 y febrero de 2007, el IPC muestra una variación anual del 10.7% y la tasa de inflación "verdadera" arroja un valor del 19.5%.

En síntesis, más allá de las imperfecciones que esta estimación puede arrastrar, dos cuestiones parecen evidentes: en primer lugar, que en lugar de que la tasa de inflación tienda a disminuir, las evidencias muestran una aceleración. En segundo lugar, que la discrepancia entre el IPC y la estimación implícita es creciente y duplica al cálculo oficial.
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Carlos E. Bonvecchi
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(1) Las variaciones en la recaudación del IVA recogen no sólo los cambios producidos en las cantidades y precios sino, también, las modificaciones registradas en los niveles de mora y evasión, en la legislación tributaria y en las normas de liquidación y percepción del tributo. Asimismo, son sensibles a la variación en el número de días hábiles mensuales, como respecto de la incorporación de un número mayor de contribuyentes.
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(2) La recaudación del IVA de un mes corresponde a los hechos imponibles generados el mes anterior. A pesar de ello, las estimaciones sobre la "verdadera" tasa de inflación no difieren mayormente, si los datos se computan a través de las series originales o desfasadas. Lo mismo se observa en el caso de las series desestacionalizadas.
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(3) Aunque la canasta del IPC no incluye bienes intermedios y de capital, la exclusión de la recaudación del IVA-ADUANA por los bienes de consumo importados subestima el valor total de los ingresos que deberían considerarse. Esta subestimación será mayor en la medida que estas importaciones crezcan más rápido que las cantidades producidas internamente, que los precios de los bienes importados aumenten más que los internos, que el tipo de cambio nominal varíe más que los precios locales.
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(4) En suma, por el lado de las importaciones se estaría subestimando la recaudación del IVA que debería ser considerada. En cambio, en el caso de las exportaciones, se la estaría sobrestimando. La no incorporación de ambos datos (IVA-ADUANA y reintegros) significa, implícitamente, que se asume una suerte de compensación entre ambos (aunque el valor de las exportaciones es mayor que el de las importaciones, la alícuota del IVA abonada es superior al reintegro promedio).

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miércoles, marzo 21, 2007

El Pago de los Bonos PBI suma u$s810 millones este año

Recientemente el INDEC confirmó que la economía creció un 8,5% durante el 2006, guarismo que es levemente inferior al 9,2% del 2005.
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Al margen de la muy buena noticia que ello conlleva, los números oficiales nos permiten estimar con mayor certidumbre a cuánto ascenderá el monto a pagar por las unidades vinculadas al PBI, y confirmar que este año terminará pagando más del doble que el año pasado pese a que la economía creció en el 2006 menos que en el 2005.
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En números, por el 9,2% de crecimiento del PBI del 2005 el Gobierno desembolsó para el pago de los bonos vinculados al crecimiento un total de u$s385 millones, lo que es equivalente al 0,22% del PBI de ese año. Ahora, por el crecimiento de 8,5% del PBI de 2006, el Gobierno tendrá que enfrentar en diciembre de este año un pago cercano a los u$s810 millones, magnitud que representa el 0,38% del PBI de dicho periodo. Cada 100 unidades nominales implica un pago de u$s1,3, cuando el año pasado pagó u$s0,6.
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Es decir, el Gobierno debe destinar más recursos para el pago de las unidades vinculadas al PBI, no sólo en términos nominales, sino que son proporcionalmente mayores al propio crecimiento de economía.
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El aspecto saliente de las condiciones de emisión de los bonos atados al PBI que permite entender el por qué de esta "peculiar" forma de pago, es que el bono PBI paga por el crecimiento acumulado y no por la evolución puntual de la economía en un año en particular. .
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El pago de las unidades vinculadas al PBI crece a medida que el PBI observado se aleja del sendero pautado por el PBI base que el gobierno estimó en el prospecto. A mayor distancia entre uno y otro, mayor es el pago en porcentaje del PBI que se destina a estos warrant.

Para el 2007 nuestra proyección es un 8% de expansión económica, lo que implica no sólo que se mantendría el vigoroso crecimiento económico por 5 año consecutivo, sino también que se incrementaría la diferencia entre el PBI observado respecto del sendero del PBI base de un 11,2% a un 16,1%, elevando el pago a u$s1.340 millones. Magnitud que es equivalente al 0,5% del PBI.
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Ahora bien, si bien el bono PBI eleva las erogaciones correspondientes al servicio de la deuda pública, aún en % del PBI, el mismo está lejos de generar una situación de "estrés financiero" sobre las cuentas del Gobierno Nacional, dado que el superávit primario lo estimamos en más de 1 punto porcentual por arriba del pago total de intereses, incluso para el año 2008.
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Es decir, Argentina paga más porque crece y que ello permite hacerse de los recursos para pagarlos sin generar por ello una situación de "estrés financiero". Ahora bien, es válido admitir que la Argentina le sería más fácil crecer si el bono PBI no pagara el crecimiento acumulado y si la performance del año en particular. En ese caso los pagos serían decrecientes, tal como los es el crecimiento.
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No obstante a esta peculiar forma de pago del Bono PBI, el Canje de la deuda pública en default del 2005 puede categorizarse como exitoso dado que la negociación y sus resultados permitieron conformar un perfil tanto de intereses como de vencimientos de capital congruente con la capacidad del pago del Gobierno.
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De esta manera, se evitó que los servicios de la deuda sean de una magnitud tal que terminen limitando el propio crecimiento económico, y por lo tanto, la sustentabilidad en el tiempo del principal pasivo del sector público. El cumplimiento de esta condición es el principal éxito del proceso de reestructuración del 2005.

En efecto, mediante las condiciones de emisión de los nuevos títulos se consiguió no sólo alargar los plazos de vencimiento de capital, sino también reducir las tasas de interés y a su vez capitalizar parte de esos vencimientos de intereses, en especial los primeros años.

En números, el canje permitió postergar las primeras cuotas de amortización del capital adeudado recién para al año 2024, como también capitalizar una parte de los intereses que devenga (0,4 puntos porcentuales de los 0,7% del PBI que devengan, magnitud que se "diluye" en el tiempo si la economía continúa creciendo).

Además un aspecto no menor fue modificar la estructura de monedas con que estaba conformada la deuda pública. Mientras que antes del default sólo el 3% de la deuda pública estaba nominada en moneda nacional, en la actualidad cerca del 47% de la misma se encuentra emitida en pesos, lo que en principio permite reducir la incertidumbre ligada a la capacidad de pago del deudor ante variaciones de tipo de cambio (uno de los principales "cepos" que impedía a la economía salir de la convertibilidad y de su circulo vicioso).

Más aún, si bien la deuda pública a fin de 2006 es levemente inferior al stock de deuda pública del 2001 (u$s132.600 millones vs u$s144.500 millones), no sólo hay que recordar que gran parte de la deuda pública provincial pasó a manos de la Nación, sino también que ahora incluye todas las emisiones de deuda del 2002/3 para hacer frente al costo fiscal del derrumbe la de la convertibilidad. Aún así, el pago total de intereses pasó del 4% del PBI (y subiendo) a fin del 2001, al menos de 2% del PBI (y proyectado) para el 2007 y 2008.
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Esta nueva realidad, permite que la política de desendeudamiento sea una posibilidad cierta por primera vez en más de 30 años (con supuestamente varias renegociaciones de deuda pública en el medio), aunque siempre es válido recordar que lo único que ello pueda hacerlo posible es el Ahorro público.

Mientras que el superávit primario se mantenga por arriba de dicho guarismo como en la actualidad, el manejo de la deuda pública se torna sustentable en el tiempo y ello se plasma en una baja del ratio deuda pública/PBI, que el 2006 finalizó en torno al 61,8% del PBI y a fin de 2007 estaría arañando el 54% del PBI.

La dinámica del modelo post convertibilidad y sus resultados no sólo descansan en la "salud" de los superávit gemelos (fiscal y externo), sino también sobre la exitosa renegociación de la deuda pública del 2005.
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viernes, marzo 16, 2007

El Gobierno Después de las Elecciones, ¿Enfrentará las Distorsiones Acumuladas?

Estimados Clientes, Econométrica S.A publica su último Informe Económico Mensual, Argentina Macroeconomic Outlook, correspondiente al mes de Marzo de 2007:
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"El Gobierno Después de las Elecciones,
¿Enfrentará las Distorsiones Acumuladas?"
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Por Mario Brodersohn

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lunes, marzo 05, 2007

La Esterilización Monetaria tras la compra de dólares no afecta al Resultado Cuasifiscal del BCRA

El objetivo oficial de mantener el tipo de cambio en niveles competitivos se enfrentará este año a un excedente de dólares del sector privado cercano a los u$s14.000 millones, magnitud similar a la observada los últimos dos años, pero con la diferencia de que un canal de esterilización monetaria como fueron los redescuentos se encuentra prácticamente agotado.
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De hecho, el stock remanente de redescuentos alcanza los u$s2.100 millones repartidos entre el Banco Galicia y el Banco Provincia de Bs. As. casi en partes iguales. El primero de ellos ya anunció la intención de cancelar toda su deuda con el BCRA este año, y crecen los trascendidos que el Bapro también buscaría hacer lo mismo aunque ciertamente estaría (algo) limitado por las finanzas de la provincia en rojo. Por ello, por ahora supondremos que por este canal el BCRA podrá absorber la mitad, en torno a u$s1.000 millones este año, magnitud claramente inferior a los u$s3.000 millones promedio en 2005/6.
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Quizás advirtiendo del agotamiento de los redescuentos como canal de absorción es que el Gobierno Nacional se encargó de anunciar a principios de año una mayor participación en el mercado cambiario para sostener el dólar. En rigor, anunció que el Tesoro compraría no menos de u$s50 millones semanales en el mercado cambiario, lo que implica cerca de u$s2.400 millones en todo el año, magnitud que supera ampliamente a los u$s480 que compró el año pasado.
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Si bien no fue aclarado, suponemos que esta magnitud no es a expensas de lo que el Tesoro compra directamente al BCRA que el año pasado alcanzó los u$s1.700 millones. Por lo tanto, suponiendo que por esta vía compre la misma magnitud este año, sumado al compromiso de los 50 millones semanales, el Tesoro compraría con su superávit primario u$s4.100 millones de excedente de dólares del sector privado.
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Estos recursos, además de quitar trabajo al BCRA para sostener el dólar, le permitirían pagar parte de los servicios de la deuda en moneda extranjera (que suman u$s8.000 millones entre capital e intereses) y los recursos faltantes lo financiaría con nueva deuda en dólares, tal como lo viene haciendo desde la salida del default.
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Por su parte, la demanda de Base monetaria aumentaría este año en no menos de $12.900 millones, de los cuales $10.000 serían por incremento de demanda de billetes y monedas en la economía y los restantes $2.900 millones lo captaría el BCRA via encaje (sin modificación de sus niveles) por el incremento de los depósitos en el sistema financiero. Es decir, el señoreaje este año se podría comprar u$s4.200 millones (casi) sin costo alguno.
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Recopilando todo esta información tenemos que de los u$s14.000 millones de superávit externo que esperamos en 2007, el Gobierno Nacional con su superávit fiscal compraría u$s4.100 millones (equivalente al 29%), y los restantes u$s9.900 millones los compraría el BCRA. Para ello, la emisión de base monetaria por mayor demanda de dinero en la economía permitiría comprar u$s4.200 millones vía señoreaje, mientas que por la devolución de redescuentos suponemos permitiría absorber otros u$s1.000 millones.
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Todos estos factores dejan un remanente a absorber de u$s4.700 millones para mantener el tipo de cambio. Para ello el BCRA dispone de dos herramientas: Aumento de pasivos no Monetarios (Lebacs, Nobacs y Pases) y/o aumento en los niveles de encajes, actualmente en 19% para cuentas a la vista. Descartamos -por ahora- la venta de títulos públicos en poder del BCRA como política de esterilización monetaria.
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Ahora, vale advertir que aún si el BCRA absorbe los u$s4.700 millones sólo con lebacs, es decir sin modificar los niveles de encaje, igualmente ello no erosionaría el resultado cuasifiscal del BCRA, porque los ingresos financieros que generan la compra de 9.900 millones de dólares, serían de similar magnitud que el costo financiero total de la posterior esterilización de pesos. Esto implica que la intervención cambiaria podría autofinanciarse sin deteriorar el resultado cuasifiscal del BCRA, tal como lo viene haciendo desde los últimos 4 años.
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En suma, dado que el BCRA puede esterilizar sólo con pasivos no monetarios (lebacs) sin deteriorar por ello el resultado cuasifiscal, el agotamiento del canal de esterilización monetaria como son los redescuentos no sesgaría la decisión del BCRA en cómo absorber los u$s4.700 millones.
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Más bien, un incremento en los encajes podría estar más relacionado a una decisión de política monetaria que busca aumentar el spread financiero y así atenuar el crecimiento del crédito al consumo (que crecen al 40% interanual) via aumento de las tasas activas (préstamos) sin por ello aumentar las tasas pasivas (depósitos), y por lo tanto no estimular el ingreso de más capitales a la economía.

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